Daniel Herrera (52) llega a debate oral imputado por “homicidio calificado”. Había sido la pareja de la víctima en sus últimos 8 meses de vida y es el único sospechoso.
Claudia Sposetti (48) había sido vista por última vez la mañana del jueves 8 de octubre de 2015, cuando salió en su auto Chevrolet Prisma camino al trabajo, en la Gruta de Lourdes. El sábado 10 de octubre al mediodía su cuerpo fue encontrado dentro de su vehículo, que estaba a medio quemar, estacionado a metros de la Ruta 11 y la calle 515, entre unos arbustos de la zona de Acantilados. A Claudia la habían degollado y la principal hipótesis era que se trataba de su pareja, identificada como Daniel Herrera, quien fue detenido al día siguiente. Allegados a la víctima aseguraron que la relación estaba signada por los celos y la violencia del hombre y que ella estaba a punto de dejarlo.
Daniel Herrera (52) pasó sus últimos dos años detenidos en la Unidad Penal 44 de Batán y esta semana comenzará a ser juzgado en el Tribunal Oral en lo Criminal N°4. Para la fiscal Andrea Gómez no hay dudas de que Herrera es el responsable del femicidio de Claudia y por eso llega a juicio imputado por “homicidio calificado”.
Claudia era madre de cuatro hijos y todos la recuerdan como una mujer alegre, solidaria, trabajadora, que hacía reír a las personas que la rodeaban. Hace unos años se había divorciado, le había puesto fin a una relación que con el tiempo se había vuelto tóxica, con discusiones permanentes e incluso episodios de violencia.
Claudia trabajaba hace más de 15 años en el asilo de la Gruta de Lourdes, cuidaba y atendía a las religiosas que vivían allí. Los fines de semana salía a bailar a algún boliche, principalmente a alguna fiesta ochentosa. Fue en una de esas noches retro que se encontró con el “Dany” Herrera. Fue en una de esos bailes ochentosos que comenzó la relación que sellaría su destino.
Los allegados de Claudia tenían sus dudas con respecto a “Dany”, quien lo mantenía oculto al principio de la relación para no molestar a su exmarido. Para muchos, había algo en Herrera que no cerraba: al principio lo describen como alguien que se esforzaba demasiado por caer bien en el círculo de Claudia, sin trabajo, aprovechador y muy metido. Luego, esa percepción fue mutando y casi todos concluyeron en que era posesivo, celoso, agresivo y que estaba obsesionado con Sposetti, a quien le controlaba todos los horarios e incluso le revisaba el celular cada vez que podía.
En poco tiempo, “Dany” se apegó mucho a Claudia. Iba por las mañanas a su casa y la llevaba en el Chevrolet Prisma de ella al trabajo. Siempre que estaban juntos conducía Herrera. Luego se quedaba con el auto y lo usaba para hacer sus “trabajos”, entre los que figuraban hacer tareas en una casita que estaba levantando Claudia en un terreno de su hermano, en el barrio de Jardín de Stella Maris. Por la tarde, la volvía a buscar por el hogar de la Gruta de Lourdes y, si estaba lindo se iban a tomar mate a la playa.
Así pasaron unos ocho meses. Herra se presentaba como el novio de Claudia y si bien ella no estaba muy convencida de ese rótulo, tampoco lo negaba.
Una amiga de Claudia contó a la Justicia que, días antes de la muerte de la mujer, la relación ya estaba por terminar. Que Herrera a veces golpeaba a la víctima, que incluso la había amenazado con un cuchillo. Claudia tenía intenciones de dejarlo, pero el hombre se mostraba insistente, posesivo, obsesionado.
El jueves 8 de octubre de 2015 Claudia salió de su casa, en en Diagonal Gascón al 2900, pasadas las 5 de la mañana para su trabajo, pero nunca llegó. Ella, que jamás había faltado sin avisar, ni había llegado tarde, ese día directamente no se presentó.
Herrera, por su parte, había salido de su casa, también cerca de las 5 de la mañana, para regresar luego a las 8.30. En su vivienda lo vieron lavar frenéticamente unas ropas que, según testigos -sus propios familiares- estaban manchadas de sangre. También vieron que tenía un celular parecido al de Claudia.
Los siguientes días fueron de una profunda desesperación por la ausencia de Claudia. Nadie sabía nada y su hija realizó la denuncia por su desaparición. Si bien todos sospechaban de Herrera y le preguntaban a él por la mujer, nadie podía asegurar que estuviese implicado.
El sábado 10 de octubre de 2015 la desaparición de Claudia tuvo el peor final posible. La mujer fue hallada sin vida en el asiento de acompañante de su auto Chevrolet Prisma, que estaba estacionado a metros de la Ruta 11 y la calle 515, entre unos arbustos de la zona de Acantilados. A Claudia la habían degollado y al auto habían intentado prenderlo fuego.
Al enterarse de la trágica noticia, una familiar de Herrera dio una valiente declaración a los investigadores y contó que había escuchado a “Dany” decir que iba a matar a Claudia: que la iba a pasar a buscar por el trabajo, llevarla a un descampado, en el auto de ella le iba a cortar el cuello y luego prendería fuego el vehículo.
La fiscal Gómez, luego de las primeras pericias y averiguaciones, ordenó la inmediata detención para Herrera. La principal hipótesis es que había utilizado para asesinar a Claudia un cuchillo que ella mismo le había regalado y que tenía siempre en su mesa de luz, pero que desde el jueves 8 de octubre había desaparecido.
Los peritos confirmaron luego que Claudia Sposetti tenía una herida cortante en el cuello y otra en el tórax y que, si bien estos cortes podían ser mortales, finalmente murió por asfixia por inhalación de monóxido de carbono.
Entre las múltiples pericias y pruebas agregadas al expediente, también figura un estudio psicológico efectuado sobre Herrera, el cual arroja una personalidad con rasgos paranoides y agresivos.
En los próximos días, en el Tribunal Oral en lo Criminal N°2, la fiscal Andrea Gómez intentará demostrar la culpabilidad de Daniel Herrera en el femicidio de Claudia Sposetti, la mujer que estaba a punto de dejarlo, cansada de sus celos, obsesiones y violencia.